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Channel: El capricho de Marquez@
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Un ramillete de flores saliendo del bolso. ¿Alguien se apunta?

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Parece que este año la moda se ha puesto de acuerdo con la naturaleza y ha decidido hacer juego con ella, al menos con la de Asturias.



Porque, a pesar de que se supone que en cuanto llega primavera todo se llena de flores y se inunda de mil colores.


La explosión real y el estallido de la floración no empiezan al principio.


A finales de marzo y primeros de abril el color que predomina en los campos- aparte del verde, claro está -  es  sin duda, el amarillo.


Quizá para no desentonar con las mimosas y los narcisos que florecieron en el final del invierno,


Los dientes de león o botones de oro, lucen en todo su esplendor con un amarillo intenso que salpica la hierba y la hace parecer más verde.



Las prímulas se conforman con un matiz más pálido y se multiplican en los bordes de los camino.


Los gromos o retamas, se apoderan de los matorrales, de las medianas de las autopistas y de las laderas de los montes, protegiendo con espinas la fragilidad de su flor.


Y las madrugadoras margaritas juegan al escondite como si fueran niños pequeños.



Ahora me escondo detrás de los pétalos blancos, ahora me abro y luzco el amarillo intenso del centro, ese que queda después de deshojar una a una las hojas de “me quiere, no me quiere”.


Como es uno de mis colores favoritos, en cuanto me lo encuentro en una prenda distinta a las que ya tengo, corro a por él, porque me encanta.


Esta sudadera ha sido mi última adquisición, costaba 12,99€ y me pareció muy ponible.


Me hizo gracia el detalle de la cremallera, las letras en blanco, el hecho de que fuera más bien larga.


Y me apeteció para ponerla con falda. Todavía no me animé con la vaquera de botones, que es el último grito y que me encanta, así que me la puse con una que tenía azul marino.



Y de paso aproveché para estrenar las sandalias que me compré en las rebajas de enero, a última hora y en plan chollo. Era uno de los días de atrás en que hizo calor, que estos días he vuelto a las medias como está mandado.


Lo de las flores es una copia de los desfiles de D&G.

Me pareció un detalle la mar de simpático y  alegre. Teníais que ver la cara del chino cuando me vio salir con ellas asomando del lateral del bolso  


Fotos:Julián Herrero.


Abrigo:Zara.
Falda: Zara.
Snadalias: Zara.
Sudadera: Stradivarius.
Bolso: Mercadillo.
Flores: Bazar Chino.

En blanco y negro

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Cuando las cosas no salen como esperabas…



Cuando por más que quieras estirar el tiempo, no da más de sí…


Cuando el cansancio quiere apoderarse de ti …


Tú y yo, y todos, tendemos a verlo todo en blanco y negro.


Como si el color y la luz se hubieran alejado de nosotros, sumiéndonos en tinieblas.



Pero si nos fijamos bien.

Si nos dejamos ir, y nos relajamos.


Acabamos viendo que las cosas no son oscuras, ni siniestras.


Aunque las veamos en blanco y negro, siguen siendo bonitas, siguen teniendo la misma importancia


Y sobre todo siguen formando parte de nosotros.


Dicen que nuestros sueños siempre son en blanco y negro. Y no hay nada más bonito que soñar 


Fotos: Julián Herrero


Menos no es más

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Cada vez que me doy un paseo por Pinterest me doy cuenta de cómo me gustan las fotos de chicas aparentemente sencillas.

Hoy me encontré con estas que os enseño en las fotos y me quedé entusiasmada mirándolas.


Una camiseta o una camisa, una falda, un pantalón y poco más. Resulta perfecto y me entran ganas de apuntarme al famoso eslogan de menos es más.


Pero cuando llega la hora de la verdad y pretendo hacerlo, la cosa no resulta ni de lejos bien.

Vestirte en plan minimalista, no sólo no es fácil, sino que requiere prepararse el doble que si te pones más cosas.


No nos engañemos. Un collar, un foulard, un pañuelo llamativo, unas gafas que te favorezcan hacen que tu aspecto mejore mucho, muchísimo.


 Porque ellos se encargan de atraer la atención y crear un conjunto vistoso que capta la atención, mientras que si únicamente llevas una camiseta y un pantalón el resto tiene que estar impecable.



Mujeres tan guapas como Carolina de Mónaco, Elena Cué o Miriam Ungría – por citar las que vi en el último Hola que cayó en mis manos- cuando no se arreglan resultan normales y corrientes.

Y las que no tenemos la suerte de ser tan guapas, si no nos arreglamos resultamos mal.


Ya lo decía Hanneli Mustaparta. Los que creen que el valor del street style o del instagram está en la espontaneidad, se pueden llevar el mismo chasco que cuando descubrieron que  el ratoncito Pérez no existe. 


Añadiendo que todos sus atuendos son muy pensados y que los elabora cada día, primero en la ducha y luego ante el espejo.



Si alguien tan guapo como ella necesita arreglarse, mucho me temo que para mí, al menos, menos no es más. 

Y creo que en la mayoría de los casos es mucho más verdad aquello del  refrán: Andar majo, cuesta trabajo. Y que la sencillez es mera apariencia.

No sé lo que pensareis vosotros.

¡Feliz finde largo !




Fotos: Pinterest. 

Rojo anaranjado y kaki para terminar la semana laboral

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Esta vez no iba arrebatadora.




Las horas sentada en el sillón de su despacho habían dejado arrugas en su pantalón y gesto de cansancio en su cara.


Pero  el jueves, tenía aspecto de viernes, la temperatura era de lo más agradable y no estaba dispuesta a que nada le estropeara la perspectiva de un fin de semana por delante.


Iba a dormir las mañanas hasta la hora que le apeteciera.


Nada le gustaba más que apagar el despertador, sin despertarse del todo y darse media vuelta en la cama.


Iba a desayunar con calma, en la cocina mientras contemplaba el paisaje desde la ventana.


El hombre del tiempo había pronosticado lluvia, pero igual se equivocaba y en todo caso, no iba a hacer frío.


En mayo la luz es preciosa. 
Incluso cuando está mal tiempo, parece que los jirones de niebla están hechos de algodón y que se van a deshacer enseguida.


Y además el sábado marcharía al pueblo a cargar pilas.


La sola idea de respirar hondo, de volver a encontrarse con el olor a cera de los muebles de su casa, de cuidar un poco - nunca se mataba- el jardín y de dar largos paseos, la llenaba de energía.


Atendería un poco el blog que con tantas cosas como le habían aparecido, lo tenía un poco abandonado.


Disfrutaría con los comentarios del viernes.


Se había acostumbrado a hacer una entrada de opinión en la que hablaba de lo que le parecía alguna de las tendencias de moda y le encantaba leer lo que le contaban los seguidores.


Y prepararía la entrada del lunes que últimamente las hacía sobre la marcha y como podía, y le gustaba dedicarles un poco de tiempo y disfrutarlas.


Decididamente tener tiempo para una misma es maravilloso. Y disfrutarlo de antemano aún más.





Fotos: Julián Herrrero


Chaqueta: Zara. Aquí.
Pantalón: Zara.  Aquí.
Zapatos y Bolso: Zara ( Tienen  tiempo)
Camisa: Primark.
Collar: Tienda local 

Odisea matinal con falda lápiz y tacones altos

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El comienzo de mis mañanas laborales suele ser  una odisea


Unos días porque el sueño puede más que yo y me pide un poquito más, sólo un poquito más... Y le hago caso.



Otros porque como desperté descansada y voy bien de tiempo quiero aprovechar para dejar no sé cuantas cosas hechas antes de salir.

Y las más, porque en el último momento decido cambiar el modelo que me había propuesto y el nuevo que me acabo de inventar no me queda como quería y tengo que cambiarme.


El caso es que siempre salgo de casa a carreras para coger el tren.


Suelo tropezarme con las mismas personas y estoy convencida de que más de uno, se ríe a carcajadas cuando me ven pasar.


Porque para trabajar me calzo mis tacones y si tocan de los altos, altísimos, lo de correr con ellos puestos resulta complicado


Si voy paso normal, más o menos me manejo, pero  correr con diez centímetros debajo, requiere de una técnica que, poco a poco, voy perfeccionando.  


Aun así, tiene lo suyo. Y todavía no la domino.


Y si además de taconazos llevo falda lápiz, como la de esta entrada, el camino hasta renfe es una letanía renegando contra mí misma.


No puedo dar más que pasos cortos y me recuerdo a las señoras de la época de mi madre que se ponían unas tremendas fajas tubulares para poder embutirse en las faldas y andaban como pajaritos.


A todo esto, en un brazo llevo el bolso y en el otro el maletín con los pleitos que tiene la mala costumbre de resbalar de mi hombro.


Me digo que esto tiene que cambiar, que mañana madrugo un poco más y voy con calma, que no me puedo pegar estos atragantones.  


Pero cuando llega mañana, me enredo y acabo igual que siempre.


Menos mal que una vez en la estación, todo se me olvida y en cuanto me instalo en el tren y extiendo mis pertenencias, me siento casi como una reina.


Y en días como ayer en que conjugaba a mi manera el estilo marinero, todavía más, que me encontraba divina de la muerte.





Nota: Siento no haber podido publicar el miércoles, pero entre el trabajo y las obligaciones familiares, no tuve tiempo material para nada fuera distinto. 

Fotos: Julián Herrero


Chaqueta: Zara. Aquí.
Falda: Zara  Similar Aquí
Zapatos: Zara. Similar Aquí 
Camisa: Primark
Gafas: Primark.
Bolso: DayaDay
Pañuelo: Richel






Libélulas

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La casa en el campo de mi familia tiene a su alrededor lo que nosotros llamamos huerta de arriba y huerta de abajo.


Que en realidad no son otra cosa que zonas verdes sembradas de frutales.


Bueno pues las dos huertas, estaban separadas por lo que en el pueblo se llamaba la “presa” pero que en realidad era una desviación pequeña del río, que atravesaba una zona amplia y que terminaba en el molino.



Ni qué decir tiene, que el trozo de ese canal que pasaba por casa era nuestra delicia, cuando éramos pequeños.


Nos encantaba meternos en ella de vez en cuando. El agua nos llegaba como mucho a la rodilla y jugar con ella los días de calor era una fiesta


 A su alrededor, nos podíamos pasar las horas muertas tratando de descubrir las truchas que nadaban entre las piedras del mismo color.


En uno de los bordes había una especie de tejadillo con un lavadero de madera enorme.


Cuando todavía no existían las lavadoras, era allí donde se lavaba la ropa. Y observar cómo restregaban contra las ondulaciones de la tabla y cómo dejaban que la ropa flotara sobre el agua mientras se aclaraba era una de mis diversiones infantiles.


Desde el puente, veía el cauce, hoy seco, del agua y más de una vez, me quedé maravillada viendo las libélulas caminar sobre la superficie.


La gente de allí las llama la Burra del Diablo, supongo que porque creen que traen mala suerte.


Pero yo siempre las encontré preciosas.


Y cuando me enteré de que en muchas tradiciones son portadoras de buena fortuna y que  en ellas personifica el deshacerse de todas las creencias que dicen que no podemos hacer esto o aquello, alcanzar un sueño o una meta, todavía me gustó más.


Supongo que por eso mismo cuando vi el estampado de este conjunto quedé encantada con él y cuando la semana de mitad de estación de Zara, lo pusieron al 50%, me lo traje para casa.


Me gusta su forma, me hace sentirme un poco Terpsícore, la Dios de la danza.



Por eso le añadí la corona de flores y en la mitad de las imágenes salgo medio bailando. 




Fotos: Julián Herrero.

Cuerpo y falda: Zara
Cuñas de esparto: Parfois.
Corona de flores: Primark 



El verano es para disfrutar

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Hace días Fani TT, del blog la isla de grande Jatte, explicaba que el miércoles pasado había sido el día oficial del  Not diet.



Me quedé sorprendida de las celebraciones que surgen por ahí, pero decidí que me voy a apuntar a ese día sin dieta de cabeza.


Normalmente soy de las que como muy mal.


No es que me ponga como el Quico, pero el chocolate y los dulces me vuelven loca y pierdo el sentido cuando me pongo a comerlos.


No puedo ir al Lidl, porque vuelvo cargada de galletas de mil clases, helados de todos los sabores, tarrinas de yogur de litro y por supuesto bombones y un chocolate que tienen con almendras y pasas que compro al por mayor.


Con el Mercadona también tengo que contenerme porque encuentro mil y un dulces apetecibles.


Y hasta ahora me limitaba a comprar un chocolate de la casa, en Día, de tres sabores que estaba bastante bien.


Pero han sacado una nueva modalidad que llaman Delicious con almendras caramelizadas y una pizca de sal.

Y unas galletas de barquillo cubiertas de chocolate, que me traen por la calle de la amargura.


Por más que luego contrarreste con mucha fruta y esta temporada me tome calabacín, setas y espárragos a todo meter.


Mis fuerzas flaquean ante tantas tentaciones y he decidido que voy a sucumbir.


Claro está, a estas alturas de la película lo de sucumbir posiblemente suponga la necesidad de aumentar de talla.


Porque aquello de un bombón supone un minuto de placer en la boca y una vida de remordimientos en la cadera, empieza a ser verdad.


Y para que no se note demasiado me hice con este conjunto flojo y amplio que además es la comodidad personificada.


En caqui que este verano es el color de moda y con estampado estilo de la India y sombrero para recordar a los años setenta.


 Porque, aunque el verano sea para disfrutar y me apunte a ir cómoda, la moda es la moda y mejor no dejarla a un lado




Fotos: Julián Herrero.


Camiseta y pantalón harén: Zara.
Zapatos, sombrero y bolso de hace años 

Saber envejecer

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Me gustaría envejecer como ella.



La miro y me digo: ¡Qué mujer más guapa!



Pero hay mucho más que belleza externa. 
Su imagen habla de una mujer que  ha sabido conservar su personalidad,  que ha cumplido años con sabiduría y que está donde quiere estar.



 Una imagen que habla de feminidad, de serenidad, de inteligencia.


De alguien que no necesita de artificios, que  se permite el lujo de ser mayor, sin estridencias. 


Es Vanessa Redgrave una de mis actrices favoritas




Fotos: Pinterest




Precios de lujo

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Dicen que con los años las personas nos volvemos tacañas y lo que antes nos parecía lógico y normal, empezamos a encontrarlo desproporcionado y nos negamos a gastar.


Yo debo estar haciéndome vieja a pasos agigantados.
 Porque  a pesar de mi gusto desaforado por la moda, cada día me pasa más que encuentro  cosas que me entusiasman, pero veo el precio y ni se me ocurre comprarlas.


Bolsos preciosos con unos diseños que me encantan.


Zapatos ideales de esos que aseguran que son como zapatillas.


 Ahí tendría que verlo para creerlo, porque unos buenos tacones, por excelente que sea la horma, nunca son cómodos.


Bufandas, chales, pañuelos, maquillajes…


Todos esos artículos de lujo que me obligan a mirar el precio un par de veces, porque creo haber visto mal.


Oficialmente hay que pagar una calidad muchísimo mayor, unos acabados impecables y por supuesto el diseño.


Pero, cuando a veces, acompaño a mi hermana, que es de las que prefiere tener menos cosas, pero que sean buenas, y miro las etiquetas de las cosas que se compra. Veo que gran parte están hechas en Asia o en África.


Y a la hora de la verdad, salvo en cosas muy especiales como la ropa de napa que de ser buena a ser mala hay un abismo. 

En la mayoría, una vez puesta, no me parece que se note tanto esa diferencia tan tremenda de precios.


Los diseños, raras veces son tan diferentes, tan originales y tan exclusivos como para pagar una salvajada por ellos.


Y cada día que pasa estoy más convencida de que lo que te hace ser diferente no es el hecho  de llevar cosas distintas, sino la forma de llevarlas y de combinarlas.


Ahora que los clones están en todas partes y  que las cadenas de precios bajos han mejorado tanto su calidad. 

Cada vez encuentro menos justificación para gastarme cinco veces el salario mínimo en un bolso, por poner un ejemplo.


Quizá por eso, miro mis gafas de Tiger y les encuentro un lejano parecido con las "Dior Technologic" .


Está claro que quien no se consuela es porque no quiere.


Pero gastarme 390 € en unas gafas de sol que el año que viene estarán más pasadas que la “Tarara” , la verdad de momento no me compensa.



Fotos: Julián Herrero.



Chaqueta: Zara Similar Aquí 
Pantalón: Zara Aquí 
Zapatos: Zara  Similar Aquí 
Camiseta: Primark.
Gafas: Tiger. 
Bolso: DayaDay 










De cómo un abrigo puede recordarte a un sofá

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Mis tías siempre tuvieron a gala, tener una casa decorada como las de antes.



Muebles antiguos y grandes, habitaciones con camas sólo para dormir, madera encerada y estilo inglés…


Ellas se pasaban la vida en el porche y los muebles de jardín eran acogedores y deliciosos,  así que no había forma de convencerlas de que necesitaban un sofá mullido.


Dentro de casa, en el cuarto de estar, salvo los dos afortunados que pescaban uno de los sillones de orejeras al lado de la chimenea, el resto nos teníamos que conformar con esas sillas de respaldo alto forrado de terciopelo que son estupendas para la espalda, pero incómodas que no veas.


-Pero, si ya tenemos sofás, me decían cada vez que sacaba el tema.

- Sofás sí, pero de esos para visitas de cumplido y que se te clavan en todos los huesos, contestaba yo.


Después de mucho batallar y cuando el tapicero vino a buscar un mueble para llevarlo al taller, conseguí que le encargaran por fin, el tan ansiado sofá.


Pero que sea clásico, que otra cosa no pega…


Y por fin llegó el sofá para la galería.

 Amplio, cómodo, también de estilo inglés , y con una tapicería de yute con flores, de esas eternas.


Mis tías estaban como locas y cuando se tumbaron en él, no te quiero contar, se apuntaron corriendo a salir de las siestas estilo Cela de pijama y orinal.


Pero claro, como ya sabéis mis tías son mayores y en seguida pensaron que  si lo usaban mucho iba a hacer falta volver a tapizarlo en seguida y no les parecía plan.


Buscando una solución, decidieron cubrirlo con una colcha con estampado de la India que colocaron encima.


De esto hace lo menos quince años. 

Ya ninguno nos acordamos de cómo es de verdad el sofá acostumbrados a verlo tapado.


Cuento esta historia porque el estampado de la colcha en cuestión, es exacto al de esta mezcla de abrigo y kimono que me compré para este verano.


Y por supuesto cuando mis tías me vieron con él  lo bautizaron como el  modelo sofá



Fotos: Juilán Herrero.


Abrigo: Zara .Aquí.
Pantalón: Zara (tiene años)
Zapatos: Zara (También de hace años)
Foulard de seda: Tienda Local.
Mochila: Stradivarius.



Imágenes de primavera

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Esta semana apenas he tenido tiempo libre.
Quería salir y hacer fotos de la primavera.

Enseñaros el rosa pálido de las peonías que han florecido en todo su esplendor.






La fuerza irresistible de los rosales trepadores cubriendo las fachadas de color


El verde intenso que brilla en las hojas exultantes de la hiedra





Que se alinea disciplinado en el césped recién segado.





Que se vuelve intenso en la higuera y pálido en los eucaliptos vestidos de nuevas hojas.











Quería enseñaros rododendros, magnolios, castaños y glicinias…










Pero mi semana ha transcurrido pegada a normas, resoluciones y recursos, sin más mirada al exterior que el ventanal de mi despacho azotado por el viento y la lluvia.




Así que he acudido a pedir ayuda a pinterest y en lugar de mis fotos, os enseño las de otros artistas. Ellos han plasmado mucho mejor que yo el encanto de la primavera en el Norte y con su permiso la comparto con vosotros. 



Fotos:  Google y Pinterest



Las influencia de los blogs de moda a la hora de comprar

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Decir que soy una adicta a Zara, no es descubrir ninguna novedad.



Me encanta visitar la tienda- mucho más que la web- ver las novedades de cada semana.


Perderme entre los percheros y las diferentes zonas clasificadas por colores.


Descubrir cosas que me gustan, cosas que ya tengo, cosas que me apetecen y cosas que me sorprenden, sin llegar a saber si me encantan, o simplemente me llaman la atención.


Hay prendas que me  probaría nada más verlas, otras que ni siquiera me paro, las cojo al vuelo y me las llevo para casa. 
Y las hay que  ni siquiera veo, porque no me dicen nada.


Curiosamente las dos que llevo hoy son de las que no me convencieron cuando las vi en la tienda.


El mono ni siquiera llegué a verlo y el guardapolvo, a pesar de encontrarle un color ideal, me dio la impresión de que no iba a sentar bien.


Pero llegan los blogs y su influencia y cuando vi a Carmen Gimeno de Cocoolook con la camisola- abrigo y a Izortze Setién de Clochet con el mono, me apetecieron de inmediato.



Curiosamente, mi forma de llevarlos no tiene nada que ver con la suya.


Ni tengo su tipo – las dos pueden presumir de cuerpazo- ni mi estilo tampoco tiene que ver con el de las dos chicas de Bilbao, que son bastante más juveniles que yo.


Con todo, me apeteció experimentar. Como se dice ahora, llevar las cosas a mi terreno y ponérmelos a mi estilo.


Y el resultado es el que veis: Arreglado, apto para llevar a trabajar y a la vez cómodo y con un punto desenfadado.


Fotos: Julián Herrero.


Mono: Zara . 
Guardapolvo: Zara. Aquí.
Sandalias: Zara ( Temporada pasada)
Bolso: Dayaday.



Lunares pequeños

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Hay cosas a las que no sabes por qué razón, les tienes manía y a pesar de  que las ves bonitas,  nunca entran en tu vida



Siempre me gustaron los lunares.
Quizá porque de pequeña tuve un vestido blanco con lunares negros con el que me encontraba muy guapa.


O quizá por esa fascinación que de niña ejercían sobre mí los trajes de flamenca.


El caso es que el estampado con lunares – me niego a llamarlos topos- siempre me pareció precioso y lo repetí muchas veces a lo largo de mi vida.


Pero mi madre tenía una tía, la mujer de un hermano de mi abuela, a la que siempre conocí de luto.


Era la época en que las viudas no se atrevían a cambiar demasiado la indumentaria y prácticamente todas iban de negro.


Como mucho, las más lanzadas se animaban con lo que se llamaba alivio, que consistía en incorporar alguna prenda en tonos grises o malva y pare usted de contar.


Tía Felisa, era de las que no se concedía licencias.


No es que le importara lo que los demás pensaran porque la recuerdo muy, muy mayor y siempre con un escote que para la época era tremendo y que ella salvaba porque no tenía apenas pecho.



Pues bien la indumentaria de Tía Felisa era siempre una falda de tablas a media pierna, y una camisa negra con”lunarinos” blancos,  que en verano era sin manga y en invierno de manga larga con chaqueta encima y abrigo.



Cuando se arreglaba se colgaba unos magníficos collares de azabache y en lugar de las cómodas alpargatas de cuña, se ponía salones de tacón y un abrigo  recto con el cuello cerrado.



La recuerdo con cariño, pero su indumentaria me pareció siempre muy triste y por asociación de ideas, cada vez que veo una camisa oscura con lunares pequeños en blanco, reculo sin poder evitarlo.


Hasta que la semana pasada decidí que ya estaba bien y me compré esta camisa para poner con mi traje pantalón rojo anaranjado. Me pareció que le iba de perlas y que ya iba siendo hora de desterrar manías.


Pero por si me arrepentía, la compré en Primark por 11€ .  Así, en caso de no ponerla,  el descalabro económico no será grave.



Fotos: Julián Herrero.


Chaqueta: Zara
Pantalón: Zara.
Zapatos, bolso y gafas: Zara (Tienen años)
Blusa: Primark.

Moda unisex ¿para todos?

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Cada año Vogue en colaboración, entre otros, con Inditex convoca los premios para jóvenes diseñadores Who´s on next.



Se trata de potenciar y ayudar a los nuevos talentos para que puedan desarrollar sus ideas y lanzarse al complicado mundo de la industria de la moda.


Uno de los finalistas de este año es  Xavi Reyes, un chico extremeño afincado en Madrid.


En el artículo que Vogue le dedica en su edición española del mes de junio, Violeta Valdés, cuenta  de él que diseña moda unisex con materiales insólitos y estilo futurista, con un halo de melancolía.


Veo la colección de otoño invierno y no encuentro por ningún lado ese halo de melancolía y si veo en cambio reminiscencias de Courrèges aplicadas de forma indistinta a hombres y mujeres.


Y me digo que no me gusta la idea de un estilo unisex, ni de una moda andrógina.


Es cierto que las mujeres llevamos años acercándonos a la moda masculina, que hemos adoptado la comodidad y la sencillez de los cortes sastres, de los pantalones y de los jerseys.


Pero todavía me chirría la visión de hombres con vestimentas tradicionales femeninas.  Y al encontrar las imágenes de los modelos con vestidos y faldas, no puedo evitar la sensación de estar ante un disfraz.


 A mí me parece que  una cosa es la igualdad y otra la uniformidad.
Que hombres y mujeres tenemos muchas cosas en común, pero lo que nos hace especiales es precisamente ser diferentes.


 Es poder complementarnos, es encontrar en quien tenemos enfrente o al lado rasgos que nos atraen, es saber que formamos parte de un universo en que todos tenemos cabida, pero que nos nos obliga a dejar de ser nosotros mismos.



Y lo gracioso del caso es que muchas de las cosas que vi en el desfile me gustaron y me parecieron de las que convenientemente adaptadas, yo me pondría encantada.


Al final llego a la conclusión de que las ideas de los creadores son una cosa y la forma en que cada uno usamos o vemos su ropa, tiene mucho más que ver con nuestros gustos y experiencias que con lo que ellos quieren transmitir.




Fotos: Vogue

Chaqueta corta y pantalón amplio de flores, el verano cada día está más cerca

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Si mi profe de gimnasia viera estas fotos, seguro que me diría, encantado, que se nota que me esfuerzo y que hago ejercicios de brazos.



Todos  me aseguraron que son buenísimos y que si los mueves bastante y ejercitas los hombros, tus cervicales mejoran de forma sustancial.


Y yo que, ahora,  me paso media vida sentada delante del ordenador,me dejo convencer 


Trabajo bíceps, tríceps, hombros, cojo pesas de las de un kilo, y a veces la goma.


Lo que ninguno me explicó es que, de paso que mueves los brazos, también ejercitas los pectorales y que, con el ejercicio, crecen.


A mí, siempre me encantó tener poco pecho, y ponerme camisetas y jerseys justos porque me quedaban muy monos. 



Así que cuando vi que había subido una talla de sujetador me llevé el gran disgusto.


El caso es que cuando voy a comprar ropa se me olvida y como la talla siguiente todavía me queda grande sigo con la misma que tenía, que me va bastante más justa.


Por eso cuando vi esta chaqueta tan fina y tan floja, me pareció la cuenta.



En uno de los tonos del pantalón, con manga francesa y el largo  apropiado para un talle alto,  la encontré perfecta.


Pero, la muy ladina, en lugar de estar agradecida a mis preferencias Y a mi premura a la hora de estrenarla y sacarla en el blog, se enfadó conmigo y me jugó una mala pasada.


Debió parecerle que le daba poco protagonismo y que dejaba ver demasiado la camiseta y se dedicó a hacer de las suyas.


Como veis en las fotos, cuando no está desbocada, se abre más de la cuenta y cuando no cae de lado enseña una o las dos cintas esas que ponen en las tiendas para que la ropa no resbale en las perchas.


Vamos, que  está haciendo oposiciones a que se la regale a alguien. Y, de verdad,  ahora la enfadada soy yo, que la acabo de comprar y esas cosas no se hacen a una dueña que se porta bien.



Fotos: Julián Herrero.

Chaqueta: Zara Aquí
Top: Zara . Aquí.
Pantalón: Zara. Aquí.
Zapatos y bolso: Zara ( tienen años) 
Gafas: Zara (Verano 2014)


Nosotros, la ropa y las emociones

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Aunque muchas personas usan la ropa únicamente para cubrirse y 
les basta con que sea más o menos funcional.



La mayoría de nosotros tenemos una relación especial con esos trapos que nos visten y nos ayudan a mostrarnos ante los demás.


Yo creo que incluso los menos presumidos, esos que se ponen lo primero que encuentran y están felices con su uniforme de todos los días, tienen una prenda favorita sin la que no se quieren quedar.


Desde la camiseta negra, al jersey viejo y gastado, pero tan, tan suave, hay toda una gama de cosas con las que nos sentimos identificados.


Cosas que nos hacen sentirnos más nosotros mismos, que nos parece que forman parte de nuestra piel.


Por no hablar de las prendas fetiche.


Esa camisa que nos pusimos para aquel examen que nos daba  tanto miedo y que como nos salió bien, nos la ponemos para todos los que nos faltan.



Aquel vestido con el que nos encontraron tan guapas y que es lo primero que nos viene a la cabeza en cuanto queremos quedar bien.


Yo soy de las que necesito cambios, de las que para cada ocasión necesito crear un modelo especial que me parezca que se adapta mejor que ninguno.


Y de las que se deja soñar con la ropa.


Desde mi gabardina voladora - ¿Os acordáis de ella? La saqué el año pasado enesta entrada- que me hace viajar a mundos maravillosos en que la primavera no tiene nada que ver con la lluvia.


Gris hielo, de ese color pálido que casi se confunde con el blanco y con una tela tan liviana que lo mismo me envuelve que me invita a despegar de la realidad cuando no me gusta.


Hasta mi nuevo mono azul marino que me va a acompañar a trabajar con las americanas de colores y con el que tengo la sensación de que estoy de invitada perpetua en las fiestas más agradables.


Gris, azul oscuro, plata, colores de estas noches deliciosas de los días más largos del año.
Bendito mes de junio

Fotos: Julián Herrero


Gabardina: H&M Aquí
Mono: Zara  Aquí
Zapatos: Zara. Similares aquí
Bolso y collar: Tienda local.






La sencillez de un camisero, para un día de campo

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No, si ya lo decía Fray Luis de León: “qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido…”

El campo, la paz, la tranquilidad, el sosiego…

Supongo que Fray Luis en su convento y en Salamanca, lograría todo ese descanso y esa paz.





Pero me temo que toda   esa maravilla se queda para los que van de visita porque los que tenemos casa de pueblo, en esta época del año no estamos lo que se dice relajados.

Me explico: Tú vas tan feliz, a descansar, a respirar aire puro, a desconectar.

 Pero…



Como las primaveras en el norte no suelen ser calurosas (es un eufemismo, son casi siempre frías) pero sí húmedas y con luz, ese césped que hace quince días habías dejado perfecto y corto al ras, está tan crecido que te llega a la rodilla.



No importa, estás feliz. has desayunado bien, no llueve.

 Tu Viking – para los no iniciados, Viking es la marca de la máquina en cuestión- te ha costado un riñón y estás deseando sacarle todo el partido. Con lo que te calzas las botas de goma y a segar.




Lo que no te contaron en la tienda es que el encendido que parecía tan sencillo, requiere de un tirón de tamaño descomunal.

Tiras una vez y se resiste, una segunda y como si nada, una tercera y que no…



Empiezas a sudar la gota gorda, entre otras cosas porque te llega un olor a gasolina y te han explicado que eso es  que se ha encharcado el depósito, con lo que no va arrancar.

Respiras hondo, esperas un par de minutos a que se pase el efecto charco y le das con tal fuerza que la máquina empieza a sonar y tú emocionada le das al acelerador para dejar tu jardín como el mismísimo Versailles.



¡Que bien, llevas ya  un par de tiras de largo.

 ¿Y ahora qué?  

La máquina se acaba de parar y no sabes qué pasa.  Compruebas la bolsa. Y…

Horror, está llena.



La sacas, la vacías en el contenedor con cuidado para que no te caiga todo fuera, la vuelves a enganchar y otra vez al suplicio del arranque.

Así hasta que terminas.



Al final de la mañana, te sientes una especie de campeona, porque has ganado la batalla a la segadora y lograste dejar el césped como el de un campo de golf, pero estás deslomada, así que renuncias al resto de labores.



Todavía falta por barrer el porche que está perdido de púas, del pino de las vecinas, cortar parte de las rosas si no quieres que los rosales se te vengan abajo, abonar las hortensias que están creciendo mucho, poner Babosil para que los caracoles no se coman tus plantas, arrancar las malas hierbas…


No miras más
 Te pones lo que en mi casa llamaban una “ batina”, las sandalias nuevas a ver si las piernas empiezan a coger color y te sientas a tomar un refresco que te lo has ganado.


El próximo fin de semana Dios dirá



Fotos: Julián Herrero



Vestido: Zara. Aquí.
Sandalias: Mango Aquí.

Este verano, el azul marino vuelve a estar de moda

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Siempre me ha gustado el aspecto de las turistas americanas de antes.


Sí, las de antes, porque desde  que la comodidad  se ha instalado como objetivo a conseguir, y por aquello de que fuera de casa, parece que no es tan importante conservar el buen aspecto, las de ahora en su mayoría dan pena.


Pero aquellas señoras que mantenían los cánones estéticos y encontraban un equilibrio entre la relajación del período de verano y el buen gusto, siempre me parecieron estupendas.


Con sus enormes pamelas, gafas oscuras y alpargatas de cuña.

 Parecían descender de un Olimpo especial, destinado sólo a señoras de buen ver.


Salvo para ir a bañarse, no hacía falta desvestirse.
 Y bastaba con un vestido flojo de una tela fina para conseguir ese aspecto veraniego y hasta playero que ahora sólo logramos a golpe de bikini.


Señoras de las de revista y tumbona. De paseo al atardecer, de aperitivo en terraza y de comidas en mesas bien puestas.


Señoras que seguían siéndolo fuera de su casa.

 Cargadas de saber estar y de esa filosofía de tomarse las cosas con calma y disfrutar de cada momento.


He querido jugar a ser una de esas señoras, por un rato.


Con otro camisero. Éste, del año pasado.


Lo había comprado para mi Tía Lola, con idea de cortarlo y quitarle las aberturas de los lados.


Pero a ella no le gustó, le pareció demasiado floreado y estrecho para lo que suele ponerse.


Se me pasó el tiempo y no lo puede devolver, con lo que me lo he quedado, a pesar de que me está grande.


Por eso le coloqué un corselete y a tirar millas, que como todavía estoy blanca lo de ir tapada me va mejor que bien




Fotos: Julián Herrero.


Vestido: Zara (Año pasado)
Cuñas: El Corte Inglés. (Año pasado)
Pamela: Zara ( De hace años)

Gris primavera.

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Sé que suena raro lo de asociar la primavera al gris, porque estamos acostumbrados a pensar en flores, en verdes de todas las clases, en cielos azules y en luz, mucha luz.



Y el gris, por definición, es un tono apagado y tristón.


Pero a la primavera, al menos a la asturiana, le gusta el gris.


Gris de la niebla matutina que se pega a la costa y a los montes y se va levantando a medida que pasa el día.



Gris de las nubes que  visten los atardeceres de plata y rosa, mientras coquetean con el sol.


Gris de la caliza de nuestras peñas. Oscuras y brillantes los días de lluvia y pálidas y risueñas los días de sol.


Gris que se alía con el verde para sacarle cada día un matiz más  que nos sorprende en la hierba, en las hojas de los árboles, en el musgo, en la hiedra.


Gris que viste de acero las calles de la ciudad en los días nublados y de charol  en los de lluvia.




Gris que se cuela en nuestro vestuario y se mezcla con el verde agua, con el azul pálido, con el blanco y con el beige.


Cuando llega esta época, en el Norte, nos morimos de ganas de verano, echamos pestes y más pestes contra el tiempo, que se empeña en aliarse con el gris y nos trae lluvia.



Y nos enfadamos cada vez que miramos al cielo y lo vemos encapotado.


Quizá por eso me apunté a la receta del refrán: Si no los puedes vencer, únete a ellos.


Está claro que no podemos mandar en el tiempo, que la única salida para ver el sol es “ pasar el Negrón”


Para los que no sois de Asturias, el Negrón es un túnel de más de cuatro kilómetros en la Autopista que une Asturias con León y que en esta época marca el cambio de clima.



Este “ finde” me tocaba quedarme en Oviedo y decidí que ya que estaba aquí, lo mejor que podía hacer era mimetizarme con el ambiente.


 Por eso me vestí de gris, aunque, como es primavera le añadí el toque verde “mint” para que resultara alegre, que una vez más hay poner al mal tiempo buena cara. 


Fotos: Julián Herrero.

Chaqueta: Zara (Aquí)
Pantalón: Zara (Similar Aquí)
Camisa: Primark.
Bolso: Parfois 
Zapatos: Zara ( Son del año pasado)
Gafas: Zara ( También del año pasado)
Collar: Regalo.
Pulseras colores: DIY
Pulsera cadenas: Patricia Cerra (Oviedo)

Naranjas y castaños, colores del atardecer

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Esta semana y la que viene son mis favoritas entre todas las semanas del año.




Me entusiasmo con los días tan largos.


Disfruto con los rayos de luz que se cuelan entre los resquicios de la persiana y lanzan pequeños destellos en mi habitación.


Con los amaneceres anaranjados en que el sol se convierte en una bola de fuego, que tiñe los montes de tonos dorados.


Con los reflejos brillantes de la luz que se pasea entre las hojas de los árboles y las vuelve aún más luminosas.


Me encanta mirar el reloj, ver que son las 9 de la noche y no sólo aun es de día, sino que todavía queda más de una hora de luz.


En Oviedo no tenemos puestas de sol. Al estar rodeados de colinas, cuando acaba el día se esconde detrás del Monte Naranco  y todo lo más tiñe de dorado las partes más altas de las fachadas.


Los cristales, reflejan entusiasmados esa fiesta de luz y la ciudad tiene una belleza inusual y magnífica.


Y el calor empieza a dejarse notar.


Al principio del día, de una forma tibia y vergonzosa que nos obliga a ponernos algo de abrigo.


Pero a medida que pasan las horas se va animando y nos anima a nosotros.


En Gijón la gente se lanza a la playa y por todas partes las chanclas parecen cantar un himno de victoria, frente a la prisión de las botas y los zapatos de agua.


Y cuando llega la tarde, el Muro o el Cerro de Santa Catalina son lugares de paseo y de encuentro.


Jugando entre sus muros medio derruidos y vestida con los colores de los atardeceres luminosos, he querido hacer un homenaje a estos días previos al solsticio de verano, que me hacen tan feliz 



Fotos: Julián Herrero.

Abrigo: Zara ( Tiene años)
Camiseta: Zara . Similar  Aquí.
Pantalón: Zara. Aquí.
Zapatos: Zara ( Tienen años)
Gafas: Zara ( Tienen años)
Bolso: Dayaday.
Pañuelo: De mi colección.


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